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Carlos Enrique Arias
Argentino Linears Desaparecido el 30/12/77 |
Carlos era marino mercante.
Estaba separado y tenía 2 hijos. Había militado en Montoneros. Carlos nació en Liniers el 14 de abril de 1948, era el segundo hijo de Pepe y Pepi, que por entonces eran muy jóvenes y vivían en la casa materna de Pepi, en la calle Tellier (hoy Lisandro de la Torre ), barrio de las mil casitas también llamadas casas baratas que hoy, en su mayoría, se encuentran recicladas. A los meses de nacer tuvo un problema de salud que hizo peligrar su vida y que luego de que se recuperara lo dejara en un lugar de niño mimado que le duró unos cuantos años. Luego a su hermano mayor Eduardo se le sumaron Yordy y Ana María completando así el número de hermanos, cuatro, que era un buen número para la época. Los juegos de chicos eran básicamente en la calle y “la calle era de todos”, las veredas eran muy anchas, las calles empedradas y los juegos eran muchos, cazar mariposas, un picadito en la esquina, etc. a los que Carlos sumaba otros propios. Especialmente la manzana que hoy es Cosquín, Peribebuy, Boquerón y Carhué que era un potrero al cual llamaban “El Campito”, era un lugar ideal de juego y encuentro. Pepe era hijo de una familia de artistas, y heredó la ocupación que su padre tenía para sobrevivir, llevar la contabilidad de distintos comercios. Era un hombre muy formado, leía muchísimo y tenía predilección por los debates. Pepi era la hermana mayor de tres hermanos que habían quedado huérfanos de padre cuando eran muy chicos y por ese motivo se quedó sin seguir estudiando ya que eso era un privilegio para los hermanos varones. Los primeros años de la primaria la hizo en la escuela que ahora es la N ª 15, distrito escolar Nº20. En esa época los varones podían ir a esta escuela hasta tercer grado, luego fue a la escuela 4 en Ramón Falcón y Lisandro de la torre. El primer día de clases Pepi invitaba a los amigos a tomar un café con leche con churros en la casa, que preparaba Yaya, la abuela. Estos primeros años de primaria Carlos los compartía con Cristina que era la hija de Margarita, una vecina de la vuelta. También Cristina era hermana de leche de Carlos ya que las madres ante algunas ocasiones amamantaban al bebé de su amiga. Se estilaba en esa época hacer avanzar a los chicos algunos años en la escuela, es decir, hacerles aprobar libre para que en vez de pasar a primero superior, como se llamaba por entonces al segundo grado, pasaran directamente a segundo o a tercero. Eso mismo hicieron con Carlos. Si bien la familia no era muy religiosa Carlos tuvo bastante inspiración mística, incluso empezó el catecismo justo en el año de la discusión entre la Educación Laica y la Educación Libre. Un día volvió llorando del catecismo porque el cura del barrio había dicho que los que estuvieran bajo educación laica estaban con el anticristo, y Carlos lloraba porque entonces, en su familia de educación laica, estaban con el anticristo. Su mamá, que siempre fue de carácter, o mejor dicho de un carácter bien fuerte, le dijo que no se hiciera problema, no lo mandó más al catecismo y un día lo vistió muy lindo, se vistió ella y lo llevó a tomar por su decisión la comunión. A otra Iglesia, claro, la misa se daba en latín y con el cura de espaldas, Pepi lo puso en la cola de la gente que estaba por comulgar y después lo llevó a una confitería para festejar. Semejante acto libertario, sin embargo, no debe haber dejado una predilección por los sacramentos católicos ya que con el pasar de los años se reconocería ateo y no se casó por Iglesia. La secundaria fue en el Nacional 13. Ya para esa época el Nacional 13 tenía fama de bravo y lo llamaban “semilla de maldad”. Para el grupo de compañeros de secundaria, Carlos era bajito porque creció tarde y porque era menor que el común de sus compañeros, sin embargo tenían un grupo de bastante camaradería. Cuando estaban muy aburridos iban a la Avenida General Paz a ver autos y conversar o a dejar pasar el tiempo simplemente. Una vuelta el aburrimiento llegó a tal extremo que con un amigo, Oscar, se hicieron presentes en un campeonato de canasta que organizaban una viejas del barrio y no se retiraron hasta que les ganaron a todas, para molestar no más. Con este amigo, Oscar, pasó una vez algo gracioso. Oscar quería ser marino mercante y Carlos abogado. Un día Oscar le pidió Carlos que lo acompañase a anotarse en la escuela de la marina mercante. Una vez allí Carlos, por compañerismo, se anotó también. Se presentaron los dos a rendir el examen de ingreso y vaya paradoja… Carlos entró y Oscar no. Por esta burla del azar/picardía del destino Carlos resultó marino mercante y Oscar ya de más grande, se vengó de sus suerte comprándose un velero con el que todavía hoy recorre distintos lugares. Para los Arias el hecho de que Carlos estudiara en la marina mercante fue muy especial. Por un lado, por todo lo sugestivo que implicaba pensar que uno de los integrantes de la familia iba a recorrer el mundo, ir a Europa que era el sueño de muchos sobre todo de los padres que habían abandonado España de chicos y nunca más regresaron. Y por otro lado, por el elevado costo que implicaba el estudio, los uniformes, etc. Además el régimen de cursada y las embarcaciones no le permitían a Carlos trabajar. Los Arias eran una típica familia de clase media. Pepe llevaba la contabilidad de varios negocios, en especial de panaderías, y cuando había balances la cosa andaba bien, pero algunos meses resultaba difícil la economía doméstica, Pepi en cambio no trabajaba. Sólo de soltera había zurcido medias en su casa, pero nada más. Y Carlos empezó a viajar. Y ahí las cartas, las vueltas. En el medio de todo esto, un día Margarita llamó a Pepi porque Cristina, que había compartido los primeros años de primaria con Carlos, estaba muy deprimida por una pelea con un novio de ese momento, y le pidió que Carlos la llamara para salir. El pedido fue efectivo y Carlos y Cristina empezaron a compartir salidas de viernes por la noche, correría el año 67. El lugar al que empezaron a ir esos viernes era el Instituto de Cultura Religiosa, que se encontraba en la calle Rodríguez Peña y en el que realizaban cine debate. Iban con Alejandro y Cristina, una pareja de amigos de Carlos. Probablemente ellos no supieran que en ese lugar, ininputable por su aspecto parroquial era administrado por los que luego serían los sacerdotes del tercer mundo, en la cafetería del sótano convergían la FAP , unos chicos del nacional Buenos Aires que participaban con Mujica y que luego crearían a Montoneros, los estudiantes de la escuela de teología que funcionaba allí, en fin. Carlos para ese momento era fervientemente ateo, sin embargo parece que el lugar tenía su atractivo. Para esa época empezaron también a leer a distintos clásicos de la época, “Los condenados de la Tierra ” de Fanon, y otros. Carlos era un tipo que tenía metas firmes y que no bajaba los brazos. Era tan dulce como obcecado, tenía un carácter bastante fuerte, característica muy familiar ya que los Arias resolvían sus diferencias generalmente con gritos apasionados, y nadie se preocupaba demasiado por esto. Los Arias seguían viviendo en la casa de Tellier y a pesar de que la familia seguía creciendo, vivían juntos: la abuela, dos hermanos de Pepi, Pepi y Pepe y sus cuatro hijos. Tenían la costumbre de comer en la cocina, cosa bastante incómoda porque entraban como a presión en esa cocina tan pequeña, pero costumbres son costumbres. La casa de Tellier tenía la puerta abierta siempre y si estaba cerrada las llaves se encontraban rápidamente debajo de una maceta. Otra opción era entrar por la ventanita del baño. Y generalmente tenía un montón de gente adentro. Los amigos de Carlos y de sus hermanos solían pasar gran cantidad de tiempo en esta casa, se quedaban a dormir y nunca nadie tenía bien en claro cuánta gente había en la casa en un momento puntual. Un día en un baile que organizaba la escuela de la marina Mercante Carlos conoció a una chica, Inés, que era la hermana de dos alumnos de la escuela. Al finalizar el baile volvieron en el tren, Carlos con Cristina e Inés con Manuel, su hermano. Carlos y Cristina bajaron en Liniers, Inés y Manuel siguieron hasta Castelar, donde vivían, aunque previamente cambiaron sus datos y arreglaron un próximo encuentro. Inés era muy flaquita, medio rubiona, con el pelo lacio y los ojos verdes, era la menor de cinco hermanos de una familia bastante conservadora y había empezado a estudiar Servicio Social. Inés y Carlos se pusieron de novios y comenzaron las lacrimógenas despedidas cuando Carlos tenía que hacer un viaje, las típicas discusiones de la época sobre el matrimonio y el amor libre. Aunque creo que hasta hoy los padres de Inés no lo deben saber, partieron de vacaciones a Córdoba siendo novios, cosa bastante inusual/osada (clausurare) por el clima pacato de época. En agosto del año 70 se casaron. Lo del Casamiento no fue fácil, Inés quería casarse por Iglesia y para Carlos esto era por poco una herejía. Inés fue a hablar con Cristina a ver si podía intermediar, Cristina lo intentó pero no hubo caso. “Si no creés, ¿qué te importa?” le sugirió Cristina, a lo que Carlos respondió: “es una cuestión de principios”, y finalmente fue el civil y nada más. Se fueron a vivir a un departamento en Caballito. El departamento tenía un dormitorio que era chiquito y una sala que tenía un pequeño estar en ele. Ellos tenían la mesa con las cuatro sillas, como en esa época correspondía, de paja con el respaldo alto de madera y la cocina era chica. Del otro lado tenían un sillón que era un arcón y ahí se quedaban a dormir una infinidad de visitantes. Cristina tenía las llaves y una docena de personas más también. Cuenta Cristina que era frecuente abrir la puerta y encontrarse con una pareja a los mimos, y bueno, esas cosas. Carlos había empezado a estudiar Sociología, en la Universidad que estaba intervenida y a la que había que entrar mostrando el documento a la policía. Cristina, a todo esto había empezado a militar en Montoneros que para ese entonces era una incipiente organización, a esta organización invitó a participar a Carlos e Inés. Ninguno de los dos tenía una tradición familiar peronista, ni tampoco militante, por el lado de Carlos si tenían mayor tradición de discusión política y una tendencia más claramente definida hacia la izquierda. A Carlos le costaba entender el fenómeno del peronismo e intentaba racionalizarlo todo. Inés era más intuitiva lo cual le facilitó el tránsito. Y en el medio de interminables discusiones y la cercanía a la militancia de base, experiencia que hicieron en Moreno y Morón, lugar al que los destinó la organización, terminaron los dos siendo militantes, peronistas y montoneros. Las actividades eran tanto sociales, de movilización, como de agitación, en donde entre otras cosas tuvieron entrenamiento militar. Las actividades eran muchas y además Carlos e Inés trabajaban y estudiaban, tiempo de algún lado había que sacar, así que dormían muy poco. Ponían el despertador adentro de una cacerola para que suene más fuerte y así y todo había días en que no lo escuchaban. Carlos era un morocho de boca muy grande, por lo que le decían “el bocón”, aunque en la familia le seguían diciendo Carlitos y por mantener clandestina la identidad en las prácticas de la organización también se llamó Julio o Esteban, pero por cuestiones obvias el apodo de bocón lo acompañaba en mas de un ámbito. El primer hijo de la pareja se hizo rogar. A Inés en los barrios en los que militaba le llamaban “la machorra” porque no tenía hijos y recién a los tres años de casados, en el año 73 nací yo que soy la hija más grande. Mi papá quería que me llamara María pero en esa época justo estaban pasando la novela “simplemente María” y parece que la cargada de sus amigos era preguntar por el nombre de su futuro bebé y cargarlo con la novela o con el tango, por lo cual Carlos -que poca paciencia tenía- un día se enojó y resulté con el nombre Ana, como la hermana más chica de mi papá. Nací bastante morochita y todos le decían: “Así te tuviste una hija de Base” y mi papá decidió que no me iban a poner aritos, ni me iban a pelar porque él “no iba a decidir ningún sacrificio en función de la estética”. Parece que la cosa no fue muy bien recibida porque cayó mi bisabuela y la negociación terminó en que me pusieron aritos, pero no me pelaron de lo que creo me quedó mucho cabello que a veces me cuesta peinar y un cierto desdén por la cuestión estética. Cuando yo tenía más o menos seis meses, un operativo policial llegó a la casa de los padres de Inés en donde me dejaban a mí para que me cuiden. Cuando llegó Carlos a buscarme lo detuvieron y lo llevaron al departamento en donde vivíamos y al requisar la casa encontraron documentos y materiales que mostraban la relación con Montoneros, así cayeron presos los dos, Inés y Carlos. Carlos se inculpó de todo e Inés salió libre a los quince días, mientras que Carlos estuvo preso seis meses. La Causa se llamaba “Camps y otros”, él era uno de los otros. Una de las cartas que mandó desde la cárcel luego de retar a su madre por llevar cosas que consideraba no imprescindibles le decía que para estar preso le había servido haber hecho tantos viajes en barco, por esto de estar con gente que uno no elige, sin poder decidir salir un rato del lugar, etc. Carlos salió libre a los seis meses por medio de una de esas amnistías de época. Y no volvió a militar en Montoneros al igual que Inés de la manera orgánica en que lo venían haciendo por distintas diferencias, una de las cuales, paradójicamente si les había costado entender a Perón el tiempo de militancia les había hecho reconocerse profundamente peronistas y la distancia que había tomado Montoneros de Perón y otras opciones de la organización decidieron su alejamiento. A los nueve meses aproximadamente que Carlos salió de la Cárcel nació Manuel, rubio muy rubio. Manuel nació en el año 75, y las cosas en el país estaban empezando a mostrar lo que se venía. Así que para cuando nació Manuel, Inés decidió adelantar su licencia porque en el lugar que trabajaba que era DINEA (Dirección Nacional de Educación de Adultos) estaba por ser intervenida, la casa que estaban comprando a medias con el hermano de Inés se la llevó el Rodrigazo, y todo esto implicó que no hubiera muchas fotos de Manuel de bebé por lo que durante muchos años tuvo la duda de si era adoptado. Graciosamente Manuel tiene un parecido con Carlos asombroso. Mi hermano y yo éramos terribles y a mi papá mucho no le preocupaba, es más, probaba métodos típicos de la época para educarnos sin limitaciones, esto a veces traía algunas consecuencias, como cuando comíamos yogur con la mano, pero bueno… tan mal no salimos. En el año 76 todo parecía derrumbarse, Carlos e Inés se separaron en Marzo, para la época del golpe. Carlos que había dejado de navegar desde hacía algunos años volvió a embarcarse y comenzó la época de vivir escapando. Incluso en la casa de Tellier, que ya no tenía tanta gente como antes, Carlos refugió momentáneamente a algunos compañeros. Por temor a que lo siguieran o lo fueran a buscar a la casa se encontraba a veces con Pepi en el bar que está sobre Rivadavia y que se llamaba Otto Más, o se encontraban en la placita los Andes / Sarmiento? Había alquilado un departamentito en Caballito con un amigo. En septiembre de 1977 desapareció Eduardo, el hermano mayor de Carlos (luego liberado) y para el 29 o 30 de diciembre secuestraron a Carlos, no se sabe muy bien cómo, se sabe que fue con su Citröen y en Capital Federal. Supimos, después de mucho averiguar, que fue llevado al centro clandestino de detención llamado “el Banco“, en Richieri y Camino de Cintura y que probablemente lo mataron antes del mundial del 78. Pepi se incorporó a las Madres de Plaza de Mayo. Carlos cuando fue secuestrado tenía 29 años. Carlos tenía una manera de reírse muy particular, como tirándose para atrás, y encima con el tamaño de su boca y con esos bigotes a lo mejicano era muy lindo, se reía muy lindo. Del libro POR LA MEMORIA (año 2004) de la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Liniers, Villa Luro y Mataderos – xlamemoria@yahoo.com.ar http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/a/ariasc/ |