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Manuel “Quebracho” Guerra
Argentina
Santiago del Estero
Tenía 26 años y un hijo, Facundo, de apenas 11 meses.
Nació en el pueblo Frías en Santiago del Estero. Su padre era minero, en las tierras de Fortabat, y su mamá originaria y costurera. En 1968 se radicó en Córdoba para terminar la secundaria y allí, desde una técnica, fue protagonista del Cordobazo. La insurgencia del movimiento estudiantil cordobés y el Cordobazo, lo van a impactar y sumar de lleno a la lucha revolucionaria.
Trabajó en pequeños talleres e integró la lista Marrón encabezada por René Salamanca que recuperó para el clasismo el SMATA-Córdoba. Allí organizó la Comisión Juvenil del gremio.
A principios de 1974, Quebracho llega a Buenos Aires, para asumir la tarea de secretario de Organización de la incipiente JCR. Su tarea central fue la construcción orgánica e ideológica de la JCR, con centro en el movimiento obrero, como por ejemplo con los mecánicos cordobeses y de Ford, los ferroviarios de Rosario; pero también en el movimiento campesino, estudiantil y en los barrios.
A fines de 1974 viajó a la China de Mao Tse-tung, donde conoció la gigantesca experiencia de construcción del socialismo del pueblo chino. Durante todo 1975 arrecian los preparativos golpistas. El 27 de octubre de ese año secuestran a Luis Márquez, joven obrero de Transax, y miembro de la dirección nacional de la JCR.
Manuel “Quebracho” Guerra impulsó fuertemente la lucha contra el golpe de Estado. Una vez producido el golpe el 24 de marzo de 1976, se dedicó a organizar la lucha contra la dictadura fascista de Videla.
Fue uno de los organizadores de los círculos de la JCR entre los ferroviarios de Rosario, que desplegaron una intensa lucha contra el golpe de Estado, a tal punto que paralizaron las actividades del taller de Pérez el 24 de marzo de 1977. Cuando fue secuestrado, estaba ayudando a organizar la huelga ferroviaria de noviembre de 1977.
Quebracho fue un ejemplo de comunista, dedicó su vida al servicio de la clase obrera y el pueblo, luchando incansablemente por la revolución. Mantuvo hasta el final una actitud ejemplar frente a los enemigos de clase. Aún bajo tortura mantuvo silencio. Así derrotó a sus captores y torturadores, preservó a su familia, a sus compañeros y a la organización partidaria. Los comunistas revolucionarios tomamos su ejemplo y mantenemos en alto las banderas de la revolución por las que dio su vida.
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